EVOLUCIÓN DE LA CANCIÓN PROTESTA EN ESPAÑA

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Nacimiento y desarrollo de la canción protesta

 

La represión del régimen franquista en España, que ya duraba dos décadas, provocó en los años 60 una nueva corriente musical: la canción protesta.

No es casual que este movimiento aparezca en esos años. Las décadas de los 40 y los 50 fueron años de dura represión fascista en el territorio español, y de grandes dificultades económicas en relación con otras potencias europeas y algunas extraeuropeas. En los años 60, apoyada por Estados Unidos, España empieza a despertar de su letargo (nos referimos al bloqueo económico impuesto por los vencedores de la II Guerra Mundial, como castigo por su apoyo al bando nazi). La economía externa mejora, y eso repercute en el nivel de vida de los españoles, lo que ocasionará una apertura de las universidades. Ya no son centros de cultura exclusivos de las clases altas. Cada vez más extractos sociales acceden a los estudios superiores, y también se empiezan a abrir a un público femenino.

Así surge un ambiente cultural y de bonanza económica, pero que ni de lejos satisface a los jóvenes, en los que empieza a surgir un deseo de liberación, una búsqueda del fin del yugo represor de la dictadura.

La primera representación clara de esta rebeldía aparece en el renacimiento de los nacionalismos, en especial el nacionalismo catalán, representado en un nuevo movimiento que sería los orígenes de la canción protesta: el denominado Nova cançó.

Podemos decir que surge con Al vent, la canción de Raimon que se convirtió en un himno de libertad gracias a letra y su ritmo pegadizo.

Este nuevo movimiento estaba influenciado por la canción de autor francesa (representada en Brel, Brassens, Jean Ferrat, Leo Ferré...), y por el folk americano que en ese momento se había centrado en dos objetivos principales: detener la guerra de Vietnam y luchar por los derechos humanos (ambos objetivos propuestos por otro movimiento originalmente americano: el movimiento hippie).

La Nova cançó, sin embargo, era un género nuevo, sobre todo dentro de los límites de España. Su objetivo principal fue llevar la libertad de expresión (muy escasa dentro del estado por aquel entonces) hasta sus límites, burlando a la censura. Lo hacían tanto con el contenido de sus letras, como al escribirlas en catalán. Además, como ya mencionábamos antes, solían utilizar una música pegadiza para que, en caso de ser prohibida, la gente pudiese tararearla. Siempre se interpretaba en teatros clandestinos y secretos, nunca con un gran público o en un gran escenario.

Otro ejemplo de la Nova cançó fue L'Estaca, una canción que emplea la metáfora de un poste carcomido y viejo para designar la dictadura fascista, y llamar al pueblo a rebelarse para "hacerlo caer".

La Nova cançó no tardó en extenderse y adaptarse a toda la geografía española, haciendo surgir nuevos movimientos como por ejemplo Nueva Canción Castellana y Canción del Pueblo, en Castilla. En Andalucía, grupos como Aguaviva o, sobre todo, Jarcha, trajeron canciones que se convirtieron en verdaderos himnos ejemplares de la transición, aunque eso sería más adelante. Solistas como Benito Lertxundi en el País Vasco, o grupos como Voces ceibes en Galicia se convirtieron en nuevas representaciones musicales de los nacionalismo, al cantar en su propia lengua.

Surgen también nuevos compositores originarios de distintas zonas de España, como Víctor Manuel, Ana Belén, Krahe, Cecilia, Aute o Sabina[1]. Sus diferencias acabaron por convertirse en un ejemplo de la pluralidad del estado, nutrida ahora con múltiples influencias llegadas desde América del Sur con artistas como Mercedes Sosa, Quintín Cabrera, Daniel Viglietti, los cubanos Pablo Milanés y Silvio Rodríguez y los chilenos Violeta Parra y Víctor Jara.

Representante de esta entrada masiva de música hispanoamericana es la "gran obra" de Víctor Jara, reconocida en todo el mundo, Te recuerdo Amanda.

Al fin, a mediados de los años 70, el dictador muere y la libertad llega a España después de muchos pasos cautelosos de políticos y gobernantes. El proceso de transición de una dictadura fascista a una democracia será tomada como ejemplo en todo el mundo.

Aún a pesar de que, sobre todo en los primeros años, la represión policial se mantiene igual de severa, el clima de libertad trae la esperanza y la alegría a la población española. Serán tiempos convulsos, de explosiones rebeldes y represión en iguales cantidades.

El éxito de los cantautores se hace evidente. Algunos (por ejemplo, Joaquín Sabina) regresan del exilio. Otros continúan una labor ya iniciada, pero hay una novedad. Por fin, su obra ya no tiene que ser escondida. Salen a la luz y comienzan, no solo los conciertos públicos, si no también su clara participación en manifestaciones y huelgas (algo que ya se había dado antes de la muerte de Franco, por ejemplo en la huelga de actores, Ana Belén mostró su apoyo de forma clara).

El objetivo, no solo de los cantautores, es alcanzar un punto de acuerdo entre las distintas ideologías que convivían en el país.

Con esta idea no es difícil entender el éxito de canciones como Mi querida España de Cecilia.

Libertad sin ira del grupo andaluz Jarcha, del que ya hablamos anteriormente, es otro buen ejemplo de la búsqueda del punto de encuentro entre derecha e izquierda dentro de un sistema liberal en el contexto de España.

Otra canción característica de este periodo es la escrita por Víctor Manuel: España, camisa blanca, en la que, de nuevo vuelve a surgir la división de ideas en el estado, lo mismo que condujo, en el 36, a una guerra civil.
 
En los últimos años del régimen, los procesados de Burgos fueron fusilados "al filo de la madrugada". Un tiempo después, Aute escribía Al alba, una canción dedicada a este horror provocado por el franquismo cuando ya daba sus últimos coletazos.

Una gran labor que hay que agradecerle a los cantautores de esta época fue la recopilación y musicalización de los poemas de autores prohibidos por el régimen franquista.

 

Así, Serrat editó dos discos, uno con poemas de Antonio Machado y otro dedicado a Miguel Hernández. De ese primer disco cabe destacar Cantares, la primera canción que incluyó los versos más famoso

 

s del poeta castellano: "caminante, no hay camino/ se hace camino al andar".

Fueron muchos los poetas que encontraron su renacer en las canciones de los músicos de los 70. Pero no todos fueron castellanos. Los poemas de Rosalía de Castro son el ejemplo gallego de que los nacionalismos no habían, ni de lejos, desaparecido después de la Nova cançó. Amancio Prada, asturiano de la zona gallego-hablante, fue el encargado de llevar a cabo esta labor de recuperación. Además del clásico Adiós ríos, adiós fontes, Prada puso música a muchos de los poemas de esta autora. Uno de los más trágicos es Campanas de Bastabales.

Los años 80, una versión modernizada de los 20 americanos, son una explosión de libertad y locura llevada a extremos impensables. El golpe de estado de Tejero no logró romper el fino cordón de la democracia, que pronto se convierte en normalidad, conduciendo a la población hacia la desmovilización.

Igualmente, la canción protesta y los cantautores empiezan a sufrir un retroceso. Poco a poco la Movida Madrileña (y la Viguesa) convierten el gris Madrid de los tiempos de la dictadura en una explosión de color, sazonada con "sexo, drogas y rock'n'roll".

Dos canciones proclamarán a voz en grito el poderío de la capital, y los cambios en ella acontecidos.

La puerta de Alcalá, del grupo Suburbano, es un paisaje grotesco y feliz de una ciudad convulsa por su propia historia.
Pongamos que hablo de Madrid, es la segunda canción de la que hablábamos. Joaquín Sabina proclamaba, algunos años después, en su canción El rap del optimista que "solo llegaba" a ese retrato en claroscuro de la ciudad. Hay que mencionar que los versos "cuando la muerte venga a visitarme/ que me lleven al sur donde nací/ aquí no queda sitio para nadie..." fueron sustituidos posteriormente por "cuando la muerte venga a visitarme/ no me despiertes, déjame dormir./ Aquí he vivido, aquí quiero quedarme".
Como ya comentábamos antes, esta es la época de la locura y el desfase en España. La canción protesta deriva en la sátira, en la caricatura. El humor está presente en canciones como las del grupo La Mandrágora. Como ejemplos más concretos podemos mencionar Adivina, adivinanza, una burla esperpéntica de Franco, o Un burdo rumor, un guiño de crítica hacia la masculinidad.
Pero, por supuesto, el humor en la música no era exclusivo de los tres cantautores que tenían como escenario el café La Mandrágora. Otros muchos autores como Carlos Cano (La murga de los currelantes) o Martirio (La noche es guy y Separada sin paga) se atrevieron a buscar la risa con sus letras cómicas, dejando siempre entrever la denuncia social. Aute, del que ya hablamos anteriormente, no iba a ser diferente. En Autotango del cantautor se critica a sí mismo a todos los que, como él, musicaron unos años duros que, en los 80, ya eran pasado.
Los años 80 se acaban. Poco a poco, la gente se acostumbra a la libertad, se desmoviliza definitivamente y el género de los cantautores pierde adeptos. Sin embargo, continúan hablando de temas de actualidad en sus canciones, como es el caso de Serrat con Disculpe el señor, sobre la emigración; o, la que analizamos más adelante, Cruzar los brazos, de Víctor Manuel.

Muchos cantautores modernizarán su música en esta etapa, esperando captar así a un público más joven. La medida más destacada es la incorporación de instrumentos del rock, o más cercanos que la tradicional guitarra española. También se acoplarán con las estéticas del rock, ahora más de moda.

 

 

Pero, ya iniciados los años 90, el movimiento del cantautor resurge de la mano de artistas jóvenes, con un "look" completamente renovado. En esta tardía generación aparecen Pedro Guerra, Ismael Serrano, el dúo Amaral, Manu Chao... Con ellos regresa la canción protesta, adaptada a los nuevos ritmos, nuevos tiempos y nuevas inquietudes de la juventud.

Será un recurso muy utilizado por estos "ave fénix" de la canción de autor el rememorar, desde la perspectiva del tiempo, hechos pasados. Es el caso de la canción de Ismael y Daniel Serrano: Papá cuéntame otra vez...
 El dúo Amaral optó por tratar temas de actualidad. Su canción Rosa de la paz es una llamada al regreso a la naturaleza. En una escalofriante visión del futuro, Amaral consigue hacernos reflexionar sobre las consecuencias de nuestros actos.
También Pedro Guerra decidió emplear temas actuales, aunque sin olvidar el pasado. Es común encontrar en sus canciones alguna referencia a la guerra, a la dictadura... Pero en Extranjeros, emplea nuestra historia emigrante para exigir la aceptación de toda esa oleada de inmigrantes que emplearon y emplean España como puerta de Europa. 
Igual que Raimon o Lluís Llac se inspiraron en cantautores franceses, o en músicos americanos, los nuevos cantautores toman el relevo incorporando las aportaciones musicales de una multitud de nuevos estilos (salsa, reggae, percusión africana...) y de algunos de los grandes de un tiempo más reciente, como Bob Marley, John Lenon... La canción Imagine, del Beatle asesinado frente a su casa, aunque bastante anterior a este movimiento del que hablamos, sí supuso una gran influencia para los músicos posteriores, de ahí que la analicemos. 
 

Análisis de las canciones

Al vent, de Raimon:

Al vent es el himno de una generación que buscaba una libertad en la luz y en el viento ("buscant la llum" ["buscando la luz"]; "Al vent/ la cara al vent..." ["Al viento/ la cara al viento..."]). La juventud española de los años 60 ansiaba el fin de una dictadura que ya se había cobrado veinte años de gobierno totalitario. Cansados de no tener ningún control sobre su propio país, oprimidos por un régimen asfixiante en su conocimiento de paraísos democráticos ("tots plens de nit" ["todos llenos de noche"]).

Esta canción de letra y música fáciles de recordar (lo que hizo posible que fuese tarareado después de que la censura lo prohibiese) inició la Nova cançó, un movimiento que abriría las puertas de la canción protesta y que demostraría que era posible una resistencia pacífica, algo con lo que muchos soñaban ("buscant la pau" ["buscando la paz"]) y demostró que ateísmo no era sinónimo de libertad, ni viceversa ("buscant a Deu" ["buscando a Dios"], no se buscaba al dios presente en iglesias que habían apoyado al franquismo, se buscaba un dios que no reprimiese en sus dogmas y libros sagrados las libertades naturales de cada individuo). Se utilizó también como una sátira encubierta contra el gastado himno de la Falange, el Cara al Sol.

Finalmente, a pesar de toda prohibición, el himno de Raimon siguió siendo cantado e interpretado, aunque a escondidas, con todo el significado que contenían sus letras repetitivas y cargadas de sonoridad.

Tamara Castro

 

L'Estaca, de Lluís Llac.

L'Estaca, de Lluis Llac, es una fábula que habla de un poste viejo, un poste al que, como dice el viejo Siset, todos están atados ("Siset, que no veus l'estaca/ a on estem tots lligats?" ["Siset: ¿No ves la estaca/ a la que estamos todos atados?"]).

Esta estaca representa al régimen franquista, que bloqueaba a toda la población en un viaje cada vez ansiado por más hacia la democracia.

El estribillo de la canción-fábula ("Si estirem tots, ella caurà/ i molt de temps no pot durar,/ segur que tomba, tomba, tomba/ ben corcada deu ser ja", ["Si tiramos fuerte, la haremos caer./ Ya no puede durar mucho tiempo./ Seguro que cae.../ pues debe estar ya bien podrida"]), es una llamada a la lucha, un "la unión hace la fuerza", la representación de una dictadura acabada, contra la que hay que enfrentarse para precipitar su caída.

Sin embargo, el viejo Siset ya está cansado. Ha luchado mucho tiempo, pero sabe que no puede rendirse ("Però, Siset, fa molt temps ja,/ les mans se'm van escorxant,/ i quam la força se me'n va/ ella és més alta i més gran", ["¡Pero ha pasado tanto tiempo así!/ Las manos se me están desollando/ y en cuanto abandono un instante/ se hace más fuerte y más grande"]).

Después de la desaparición de Siset (posiblemente el "vent que se'l va emportar" ["un mal viento"] fuese la severa policía franquista), aquel al que le cantaba su canción de revuelta se dedica a extender su mensaje, para que la lucha no se detenga ("I mentre passen els nous vailets/ estiro el coll per cantar/ el darrer cant d'en Siset", ["Y cuando pasan los nuevos muchachos/ estiro el cuello para cantar/ el último canto que él me enseñó"]).

Melisa González

 

Te recuerdo Amanda, de Víctor Jara.

Te recuerdo Amanda es, posiblemente, una de las canciones más conocidas de Víctor Jara.

En ella se narra la historia del amor entre un sindicalista (Manuel) y la joven Amanda. Ambos personajes toman, en la canción, la identidad de los padres del cantante chileno, posiblemente como búsqueda de una ternura que envuelva la crítica social.

La letra, al igual que la música que la acompaña, es tierna y triste a la vez. Manuel no regresa de la sierra, muerto por pedir lo que consideraba justo.

Esta canción, aunque llegó tarde a España (su compositor ya había sido brutalmente asesinado tras el Golpe de Estado de Augusto Pinochet, en Chile), marcó una sociedad que sabía muy bien lo que era morir por pedir lo que consideras justo. Al igual que las creaciones de otros contemporáneos de Jara, Te recuerdo Amanda influenció a muchos cantautores que comenzaban a aparecen en la "vida pública".

Andrés Álvarez

 

 

Mi querida España, de Cecilia.

El éxito de Mi querida España solo puede explicarse contradiciendo la idea que el régimen franquista difundió respecto del antipatriotismo de todos aquellos que no creían en la dictadura.

En este canto de amor por un país, se representa el fin de la dictadura ("De tu santa siesta/ ahora te despiertan/ versos de poetas") y la división de España ("¿Dónde están tus ojos?/ ¿Dónde están tus manos?/ ¿Dónde tu cabeza?").

Expresiones como "alas quietas" o "vendas negras" nos recuerdan al periodo de la guerra civil, cuando el tiempo parecía no correr más que para contar las víctimas en ambos bandos. Pero, más adelante, aparece la esperanza ("dulce es tu promesa"). A pesar de la terrible historia de su país, el yo lírico sigue queriendo pertenecer a él, y sobre todo ahora que la democracia "promete" una nueva y querida España para todos.

Melisa González

 

 

Libertad sin ira, del grupo Jarcha.

Libertad sin ira fue el himno de la transición española, pues representaba a la perfección la esperanza de encontrar un punto de acuerdo entre "las dos Españas" (esta expresión se refiere a las diferencias entre una sociedad más conservadora y otra con tendencias liberales).

Como casi todas las canciones destinadas a que la gente las conozca y las cante, Libertad... tiene una estructura sencilla y muy clara. Hay dos partes claramente diferenciadas: en la primera, "los viejos" (que representan la dictadura fascista y a todos los que pretendían que el régimen prevaleciera) muestran una visión pesimista de la sociedad española, en la que se recalca la imposibilidad de que un gobierno democrático dé buenos resultados. En la segunda parte, el yo poético contradice estas afirmaciones, recalcando que la "gente" (la sociedad) es sencilla y buena. Tras esta intervención en primera persona, se repite el estribillo, proclamado por un coro.

El estribillo es el verdadero símbolo poético de la transición. "Sin ira libertad" fue un deseo de muchos durante aquellos años de incertidumbre. Pero el verso que engloba una petición generalizada en aquel momento fue "guárdate tu miedo y tu ira" (parece decir: "olvida los rencores para poder conseguir un país mejor y libre"). Y el último verso ("y si no la hay sin duda la habrá") se convirtió en una promesa de esperanza.

Cristina Moreira

 

 

España, camisa blanca de Víctor Manuel

Esta canción de Víctor Manuel es un canto de amor-odio hacia España. Más bien, prácticamente es un lamento por la historia terrible que la ha precedido ("reseca historia que nos abrasa/ con acercarse solo a mirarla").

El mismo título, al igual que el primer verso de cada estrofa, identifica a España con el blanco, el color de la pureza desde el Imperio Romano. Pero en la canción también está presente el deseo de obtener paz y libertad ("paloma buscando cielos más estrellados/ donde entendernos sin destrozarnos/ donde sentarnos y conversar").

La "negra pena" que "nos atenaza" representaría a los rencores por las acciones de ambos bandos durante la Guerra Civil y la dictadura.

El yo lírico lanza unos versos desesperados, en los que se lamenta por poder hacer poco para cambiar esta triste situación de inmovilidad en la que España ha quedado sumida. Desearía poder asegurar la democracia después de las décadas de dictadura, pero el tiempo en el que vive todavía es incierto, y solo le queda componer canciones que poco pueden hacer en la realidad del momento ("quisiere poner el hombro y pongo palabras/ que casi siempre acaban en nada/ cuando se enfrentan al ancho mar").

Esta riquísima obra se nutre de una multitud de metáforas que nos dejan sobre la mesa varias interpretaciones posibles. Al igual que otras del mismo autor (como Todos tenemos un precio), recuerda la equidad en la muerte con los versos "la muerte siempre nos acompaña/ en nuestras cosas más cotidianas/ y al final nos hace a todos igual". Mediante la contraposición de elementos recalca las emociones contradictorias que le inspira su país y la historia de este ("navaja, barro, clavel, espada", la navaja y la espada son elementos negativos, de guerra y muerte violenta, mientras que el barro y el clavel son elementos positivos que recuerdan a la naturaleza y, por lo tanto, a la vida; "de fuera o dentro, dulce o amarga"...). Pero de esta interpretación el ejemplo más claro es: "nos hace siempre a tu imagen y semejanza/ lo bueno y malo que hay en tu estampa" (podría interpretarse como: "los españoles somos hijos de España, y ella tomamos bueno y malo").

Sin embargo, lo que posiblemente sea más destacable, ya que recoge la incertidumbre de la que hablábamos anteriormente, es el verso final, referido, como no, a España: "de peregrina a ningún lugar".

Laura Vieira

Al alba, de Aute:

Esta canción de Aute fue escrita para recordar a los procesados de Burgos, un grupo de jóvenes que acabaron injustamente por convertirse en la última venganza del régimen franquista, un aviso brutal y despiadado para demostrar que aún les quedaban algunos años. Su título (Al alba) señala la hora a la que fueron fusilados.

Música y letra son un canto desesperado, la búsqueda de la esperanza perdida. Después de luchas, el dolor y la represión regresaban con la muerte de aquellos inocentes. El estribillo ("presiento que tras la noche/ vendrá la noche más larga/ quiero que no me abandones/ amor mío, al alba, al alba...") encubre y descubre al mismo tiempo las intenciones de denuncia del autor. El vocativo "amor mío" pretende confundir a los censuradores, convirtiendo su canción protesta en una canción camaleónica, con aspecto aparente de canto de amor. Pero los dos primeros versos muestran, para, como suele decirse, un "buen entendedor", el temor a la prolongación indefinida del gobierno del terror instaurado definitivamente por el general Francisco Franco en 1939. Posiblemente el tercer verso no vaya dirigido a un supuesto amor, si no a la esperanza de ver una España diferente, una España libre.

Del mismo modo que el estribillo, toda la canción contiene versos con "doble interpretación", aunque, en conjunto, se aprecian claramente sus intenciones. Por ejemplo, el verso "los hijos que no tuvimos" podría referirse a los deseos no consumados de crear un estado democrático. Después de la condena de los jóvenes de Burgos, la democracia parece un sueño inalcanzable.

"Que el día que se avecina/ viene con hambre atrasada" es una imagen de dolorosa lucidez del yo lírico. De pronto ha comprendido lo incomprensible: la tregua proporcionada después de la severa represión de los años 40 y 50 no era resultado de la debilidad de la dictadura, si no un simple espejismo que rompieron con un solo gesto. Ese fatídico día tiene hambre de sangre inocente.

Los "buitres callados" no son más que el pelotón de fusilamiento, y su danza, la firme preparación de el último acto de verdadera maldad del régimen. Finalmente, el último verso ("pólvora de la mañana"), da al receptor una puntada final, la callada demostración de que, realmente, está denunciando un fusilamiento. 

Nerea Vergara

 

Cantares de Serrat

Esta canción fue escrita por Joan Manuel Serrat empleando algunas estrofas de poemas machadianos.

Las primeras estrofas, por ejemplo, pertenecen al poeta prohibido durante la dictadura, y, por los tanto, deben analizarse teniendo en cuenta su simbología. Los caminos, muy presentes en su obra poética, representan la vida, por lo tanto en los versos "pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar", se refiere al paso de la vida, y a la cercanía de la muerte.

Después, el yo lírico recalca un espíritu humilde (a menudo atribuido al propio Machado) al declarar "nunca perseguí la gloria, no dejar en la memoria/ de los hombre mi canción". Prosigue asegurando preferir las fantasías y los sueños, a pesar de que son muy perecederos ("yo amo los mundos sutiles/ ingrávidos y gentiles/ como pompas de jabón// Me gusta verlos pintarse/ [...] bajo el cielo azul, temblar/ súbitamente y quebrarse...").

Más adelante vuelve sobre la fugacidad de la vida y sobre la importancia de darle valor a nuestra propia existencia con sus versos más famosos, extendidos en gran parte gracias al cantautor catalán, "caminante, no hay camino/ se hace camino al andar".

Empieza entonces la letra de Serrat, que recuerda al poeta denostado y trágicamente fallecido en Francia, cuando intentaba cruzar la frontera para salvarse de los horrores de la guerra (desde "Hace algún tiempo en ese lugar..." hasta "cuando de nada nos sirve rezar").

Estefanía Quintas

Campanas de Bastabales, texto de Rosalía de Castro musicado por Amancio Prada:

Para este poema de Rosalía de Castro proponemos dos interpretaciones:

La primera de ellas (quizá más tradicional) tiene un carácter intimista. El yo lírico se lamenta, en esta composición, por la pérdida de la fe ("cando de lonxe vos oyo/ penso que por min chamades/ e das entrañas me doyo" ["cuando de lejos os oigo/ pienso que me llamáis/ y me duelen las entrañas"], el yo poético se queja de "dolor de entrañas" cuando habla de dudas sobre la existencia de Dios. Ya no le convence la fe que le enseñaron desde niña, pero sigue sintiendo la obligación social de creer; obligación representada en la llamada de las campanas). Esa falta de fe en algo superior le ha proporcionado la duda y el vacío, y culpa de eso a un "ellos" desconocido para el lector, omisión con la que posiblemente se refiera a los representantes de la iglesia católica ("solo media me deixaron/ os que daló me trouxeron/ os que daló me roubaron" ["solo media me dajaron/ los que de allí me trajeron/ los que de allí me robaron"]). Aún así, no los culpa de la pérdida total de la fe (a la que refiere como "amor"), si no de haberla apartado del culto ("non me roubaron, traidores/ ay! uns amores toliños..." ["no me robaron, traidores/ unos amores locos..."]). El yo lírico considera que la fe se fue por si misma, dejándola en el vacío y la pena ("que os amores xa fuxiron/ as soidades viñeron/ de pena me consumiron" ["que los amores ya huyeron/ las soledades vinieron/ de pena me consumieron"]).

Nerea Vergara

 

Una segunda interpretación podría adscribirse al tema de la emigración. En ese caso, la estrofa "dóyome de dor ferida/ que antes tiña vida enteira,/ e hoxe teño media vida" ("me duelo de dolor herida/ que antes tenía vida entera,/ y hoy tengo media vida") se referiría a la añoranza de los seres queridos emigrados (posiblemente el marido, ya que los más emigrados eran varones jóvenes recién casados). Las dos últimas estrofas se referirían al amor por esos mismos seres queridos, un amor que desaparece a medida que pasa el tiempo, cuando de muchos no se volvía a saber nada nunca más.

Estefanía Quintas

 

La puerta de Alcalá

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